Este miércoles 22 celebramos el Miércoles de Ceniza: Día de ceniza e inicio de la muy sagrada Cuaresma: he aquí que vienen días de penitencia para la remisión de los pecados, para la salvación de las almas; he aquí el tiempo favorable, en el que se asciende a la montaña santa de la Pascua (elog. del Martirologio Romano). En nuestra Parroquia habrá cinco celebraciones de imposición de cenizas: además de las tres misas, los alumnos de la Purísima tendrán una celebración de la Palabra e imposición de las cenizas a las 12:00 y a las 17:30 será el turno de los niños de comunión y post comunión.
La Cuaresma, en palabras de nuestro Obispo, es tiempo de gracia, concedido por Dios a sus hijos para la conversión y para la renovación espiritual. La perspectiva de la cuaresma es la Pascua, es decir, la celebración anual del misterio central dela fe cristiana: Jesucristo que es entregado a la muerte para el perdón de nuestros pecados como víctima de propiciación y Jesucristo resucitado de entre los muertos, venciendo la muerte y abriéndonos de par en par las puertas del cielo.
La Iglesia nos propone tres pilares sobre los que asentar nuestra Cuaresma: oración, ayuna y limosna.
- Oración: en Cuaresma se nos invita a cuidarla un poco más. Orar es abrirse a Dios y a su Evangelio. Hay tantas formar de rezar como personas. Se trata en estos días de buscar más tiempo para estar con el Señor, para leer y meditar la Palabra, para rezar el Rosario, la Corona Dolorosa, el Vía Crucis o simplemente para sentarnos un ratito ante el Sagrario y hacerle compañía.
- Ayuno y abstinencia: debemos ayunar el miércoles de ceniza y el Viernes Santo y abstenernos de comer carne y sus derivados tanto el miércoles de ceniza como los viernes de Cuaresma. El ayuno nos ayuda a valorar lo que uno no tiene y es también un camino hacia la austeridad y la sobriedad, valores cada vez más escasos en nuestra sociedad actual.
- Limosna: ser generosos con el que no tiene es vernos reflejados en el hermano, es la apertura del corazón a los demás, a los hermanos de cerca y de lejos, en palabras de D. Demetrio. Pero no solo debemos dar limosnas económicas, también nuestro tiempo, nuestra compañía, nuestra ayuda a todo aquel que la necesite; es, en definitiva, vivir más pendiente de nuestros hermanos.